viernes, 11 de mayo de 2012

El disco de vinilo resurge de sus cenizas


Desde hace ya algunos años hemos visto renacer un formato el cual muchos parecían haber olvidado, me refiero al disco de vinilo, vilipendiado por el cd a mediados de los noventa vuelve a resurgir de manera asombrosa, ya no solo por la demanda adquirida estos últimos años sino por el descubrimiento por parte de las nuevas generación de este odiado por algunos pero adorado por muchos, formato analógico


Y es que algunos consumidores jóvenes de música están dando de lado los formatos digitales para volver, pásmense, al viejo vinilo. ¿El motivo? La calidad del sonido es infinitamente superior al de muchos mp3 que circulan de mano en mano. Así, las ventas de discos de vinilo están viviendo un leve repunte (miren en su tienda indie más cercana y encontrarán pruebas) gracias a nuevos entusiastas exquisitos que buscan repetir esa experiencia íntima y completa que se destila de la música.


Siempre que he recuperado algún “LP” de vinilo y lo he puesto en el tocadiscos (¡qué palabras! ¡tan poco tecnos!) el subidón de calidad ha sido bastante espectacular incluso comparado con el CD. Alguna vez también he pensado que podría ser una buena oportunidad que las tiendas de discos recuperasen el mercado por la vía del coleccionismo de élite.


Lo que hemos ganado en cantidad y accesibilidad a la música gracias al formato mp3 y a la red, lo hemos perdido en calidad de reproducción; probablemente de manera más que compensada (pero nunca la cantidad compensa del todo a la calidad). Es lo que tiene la larga cola, quizá deje un espacio para desempolvar los viejos vinilos, ajustar la pluma y la aguja del plato y recuperar las sensaciones de fragilidad y gravedad que acompañaban al acto de “poner música”, el cual para muchos de nosotros es un enorme placer además de un ritual que adoramos

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